jueves, 5 de abril de 2018

PETROGLIFOS DEL HIERRO EN LA REVISTA MUSEO CANARIO

Expongo en esta entrada dos artículos publicados en la revista Museo Canario (1881-1882, Tomo IV año II, Nº 37-48; 1882, Tomo V, año III, Nº 49-57), por Dr. Grau-Bassas, en el cual se pone de manifiesto los descubrimientos relativamente recientes de los petroglifos del Hierro,
Dos pequeños artículos que enlazan un poco con la entrada ya publicada acerca de la carta enviada por Aquilino al naturalista y cónsul de Francia S. Berthelot. Carta de Aquilino Padrón a Berthelot, que hace relación a La Candia. Y completa en cierta manera la serie de descubrimientos de los petroglifos herreños por parte de don Aquilino, con los de la Caleta que el llama puerto de la Caleta.
Incluso aparecen unas declaraciones del descubridor Aquilino Padrón y sus impresiones, interesante su idea de que la capacidad de escritura se hubiera perdido antes de la llegada de los conquistadores.
Parece ser que descubre Los Letreros del Julan en 1873, los de La Candia en 1875 y los de la Caleta en 1881. Ya se sabia que había cierta relación con las escrituras que ellos llaman numídicas o líbicas (como en todo esto también había controversia en como llamarlas) del  norte de Africa por el trabajo del general Leon Faidherbe.
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Para ver los artículos de la revista pulsar en el .PDF, tuve que copiar/pegar el texto y no supe como pasarlo a formato .Word. Pero se puede desacargar el .PDF.
Documento pdf de la revista Museo Canario


Aprovecho ahora que estamos aquí, y que supe como añadir un .pdf, aunque es un poco penoso, pues el formato no es compatible, pues hay que corregir los párrafos, en cualquier caso, el primer .pdf es imposible a no ser que los añadas como imagen, por su pecualiaridad,  para incluir un artículo de Don Dacio Darias, una pequeña biografía de D. Aquilino Padrón. en la "Revista de Historia".
Resaltar el comentario que hace acerca de las obras de la carretera en La Caleta y de como muchos petroglifos habían sido destruidos por esta allá por el 1920, que barbaridad, como han cambiado las cosas, espero que se perciba la ironía.

      


                              HERREÑOS NOTABLES


Don Aquilino Padrón y Padrón

Bien que la notable Enciclopedia Espasa dedique un espacio en sus ilustradas páginas a este sabio y modesto sacerdote; nosotros, amantes de dar a conocer las legítimas glorias de nuestro pobre terruño, con gusto ocupamos un hueco de nuestra REVISTA DE HISTORIA para, de alguna manera, ampliar y completar en este boceto biográfico las noticias del Espasa, y por juzgar de interés hacer notar que el notable arqueólogo regional y escritor, don Aquilino Padrón y Padrón, vio la luz primera en el suelo herreño y que allí, en el seno social de unas familias honradas, recibió las primeras nociones que despertaron al conocimiento su inteligencia, formando la rectitud y bondad de su espíritu, siempre rebelde a la injusticia y tolerante para con las ideas ajenas, hasta un punto tal, que en ciertas ocasiones casi resultaba incomprensible para un sacerdote de sus antecedentes familiares y hasta de su formación eclesiástica. Sólo era intransigente para ciertas prácticas supersticiosas, corrientes entonces entre la vulgaridad de los fieles.
Nació nuestro don Aquilino Padrón en la Villa de Valverde, el 2 de agosto de 1829, siendo sus padres legítimos don Antonio Valentín Padrón y Fernández Salazar y doña Bernarda Padrón y Magdaleno, ambos pertenecientes —si se nos permite decirlo—a distinguidas y antiguas familias de aquella Isla.
Por entonces brillaba en el clero de Canaria, ¡oh tiempos mejores!, una constelación de sacerdotes sobresalientes, todos hijos del Hierro y parientes de nuestro biografiado, a saber: el sabio Canónigo, recién fallecido por aquella época, doctor don Esteban Fernández Salazar y Fernández Payva, el Arcediano doctor don Juan Casañas de Frías y don Matías Padrón y Fernández Salazar, que fue primer Párroco de San Francisco en Las Palmas, y de gran popularidad, tarnto, que a-su fallecimiento, en 1877, el pueblo le costeó un sepulcro de mármol y el Ayuntamiento de la ciudad puso posteriormente su nombre a una calle. Llamado por este último, su tío carnal, cuando tenía la edad conveniente para comenzar los estudios de la carrera eclesiástica en el Seminario de Canaria, por entonces dirigido por PP. Jesuítas, distinguióse como uno de los alumnos más aventajados y sobresalientes, aceptando sin repugnancia alguna y por propió convencimiento, la ordenación de Presbítero, que le fue conferida, según nuestros cálculos, por el señor Obispo Codina. (1)
Al principio auxilió a su tío don Matías en el arduo y difícil cometido parroquial, haciendo más tarde oposición, hacia 1856, al Beneficio de Sacristán Mayor de la Catedral, oficio que desempeñó durante cuarenta años con exactitud y celo.
Nosotros, siendo niños, recordamos haberle visto llenando sus funciones de maestro de ceremonias en la capilla mayor, y no dejaba de impresionarnos aquella su actitud grave y mística con que llenaba las solemnidades simbólicas de la liturgia católica.
Desempeñó, asimismo, varios cargos de importancia en aquella Diócesis, entre ellos el de vice-rector del Seminario y el difícil de Mampastor del hospital de Leprosos de la ciudad, que, por otra parte, tanto se avenía a su carácter caritativo y abnegado, que le llevaba siempre allí donde hubiera lágrimas que enjugar y consuelos que prodigar, lo que le dio en Canaria una merecida gran popularidad entre todas las clases sociales, sin distinción de ideas.
Era muy profundo en sus sermones, aunque no frecuentó el pulpito. Predicando una vez en un triduo con dos oradores de gran nombradla, don Teófilo Martínez de Escobar y don Juan González, mereció este juicio del célebre predicador P. Fernández: «Teófilo y González declaman mejor, pero la composición de Aquilino vale más.»
No obstante, su característica de mayor resonancia y por la que su nombre traspasó las fronteras desde esta apartada Provincia, llegando a ser conocido en el mundo científico, fue por haber descubierto y dado a conocer, antes que nadie, los misteriosos «Letreros» o jeroglíficos de su isla natal. En obsequio a la brevedad y por no dar a este, aunque importante, descubrimiento, mayor extensión de la que consiente la índole de esta REVISTA, nos limitamos aquí a copiar lo que, sobre nuestro interesado, consigna el citado Diccionario:
«Hacia 1870 era Beneficiado de la Catedral de Las Palmas (Gran Canaria) y en aquel archipiélago llevó a cabo interesantes descubrimientos arqueológicos, especialmente en el lugar llamado de «Los Letreros» (isla del Hierro)... Visitó muchas grutas sepulcrales, encontrando en ellas caracteres grabados en las rocas volcánicas, y sacó copia de ellas, que envió a diferentes sociedades científicas. Descubrió también algunos menhires y ruinas y varios esqueletos humanos, así como restos alimenticios fósiles.
(1) No hemos podido obtener dato alguno de su historial académico y fecha de su ordenación, aunque hemos practicado algunas diligencias en este sentido.
 Posteriormente, el alemán Fritsche, que ya había hecho exploraciones, y el francés Ferthitot, visitaron los lugares visitados por Padrón, comprobando todas sus observaciones, e incluyeron las inscripciones de referencia en el grupo de la escritura líbico-púnica, siendo sensible que no hayan podido ser descifradas, porque hubieran arrojado mucha luz sobre los primitivos pobladores de Canarias. De todos modos, muchos caracteres son muy semejantes a los que hallaron Simonin en las inmediaciones de los lagos Superiores de la América septentrional, y el general Faidherbe en Marruecos en el país de Tuareg. De las exploraciones de Padrón se ocuparon extensamente el Bulletin de la Sociedad Geográfica de Francia (febrero de 1875) y el de la de Madrid (septiembre de 1876).» Sobre estos descubrimientos publicó don Aquilino un opúsculo. (J) Aunque todavía no de muy provecta edad, a los sesenta y siete años, falleció en Las Palmas el 7 de septiembre de 1896, en medio del sentimiento general que en aquella población produjo su pérdida, acordando el Cabildo Catedral, * en honor a sus méritos», hacerle unos solemnes funerales, con lo que se hizo una excepción inusitada entonces para los demás miembros del venerable Cuerpo de Beneficiados. Con esto queda patentizado el valor de la personalidad de éste benemérito herreño, que si no ascendió a más altos puestos dentro de la Catedral, fue porque él nada solicitó, ni los superiores llamados a ello, tuvieron el acierto de premiar sus virtudes y talento, que otros, quizá menos sobresalientes, no dejaron de obtener.Y todo esto ocurrió porque su carácter independiente, al par que modesto, jamás le consintió solicitar prebendas, valiéndose de medios que a la rectitud de su conciencia de sacerdote le parecían verdaderas simonías...
Al cerrar esta biografía, nos complacemos en rendir el tributo de nuestra devoción al recuerdo venerable de este esclarecido canario, que tanto honró, con su talento y virtudes, el pueblo humilde de su nacimiento.


DACIO V. DARÍAS Y PADRÓN.


(1) Además de los «Letreros» del Julan, descubrió otros jeroglíficos más perfeccionados, como los
de la Candía, (parte de los que aparecen en el grabado que acompaña a esta biografía), y Caleta. Don
Gumersindo Padrón, hermano de 1). Aquilino, aficionado a las Bellas Artes y autor de un libro de poesías titulado «Hojas caídas», vino a aumentar el caudal de sus conocimientos en 1874 hallando otros caracteres grabados en una gran corriente de lava.
El notable historiador Millares opina en la Introducción de su Historia, que tales inscripciones al
igual que las de Gran Canaria y Palma, son misteriosas leyendas que guardan el secreto de las atrevidas expediciones de Juba o de Hanón, cuya interpretación tal vez esté reservada a la Ciencia del porvenir.
 
(Véase también el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, palabra Hierro.)

 

El que estas líneas escribe, visitó en 1920 el sitio de estas inscripciones, encontrando bárbaramente mutiladas las de la Caleta, cuyas rocas de basalto estaban destruidas en gran parte para ser empleadas en la construcción de la carretera. De ello se hizo eco en un artículo publicado en «El Diario de Las Palmas», a consecuencia del cual se practicaron por el Ministerio algunas gestiones encaminadas a contener la destrucción de esas antiquísimas reliquias. Seria de desear que por nuestras autoridades se vigile cuidadosamente su conservación.


                                         FIN DEL TOMO PRIMERO

IMPRENTA DE N. VERA.—NÚÑEZ DE LA PEÑA 22.—LA LAGUNA DE TENERIFE.