Traducción de el libro de Pitard y Proust acerca de las islas Canarias, sólo se traduce la parte concerniente a la Isla de El Hierro.
Joseph Pitard / Luis Adrien Proust
Autores franceses de la obra Las islas Canarias, descripción del archipiélago. Pitard botánico y político, junto con Proust, naturalista, doctorado en ciencias políticas y medicina, y auspiciados por el gobierno francés, relataron su periplo que duro 5 meses en las islas Canarias. La obra consta de dos volúmenes, este artículo pertenece al primero, una descripción general de las Islas Canarias. El segundo concierne mayormente a la botánica de la islas. Esto es un extracto de la obra que comprende solo a la isla de el Hierro. El viaje se realizó en 1905 , la obra se publico en 1908.
Puntualizar que esta obra no ha sido traducida sino muy parcialmente, para alguna reseña, así que disfruten de su lectura.
*Como anotación al margen, indicar que he dejado los errores en cuanto a los topónimos, los nombres de los lugares, que sin duda son abundantes, se ha procurado reflejar el texto tal cual, comentar también el sentido un poco agrio en cierto sentido del autor en cuanto a su primera impresión de la isla, y un sentido del humor màs que dudoso, lo salva el que deja el relato con un sentimiento mucho màs que positivo sobre las isla y sus habitantes.
CAPITULO XII
Hierro
#1
Los griegos conocían esta isla con el nombre de Ombrion, los
latinos con el de Pluvialia, los españoles la llaman Hierro, de ahí nuestra
traducción de Île de Fer. Pero esta denominación, hace falta decirlo, es del
todo impropia. Nunca ha habido, en efecto, la menor traza, cualquiera que sea,
de este mineral en esta isla y el uso del hierro no es más extendido que en
cualquier otro sitio. Hierro es simplemente un corrupción de la palabra Herro,
empleada antiguamente por los insulares para designar su patria, y que
significa, en lengua guanche, no hierro, sino "cisterna". Es aquí, que hace falta buscar la verdadera etimología
del nombre de la isla, que se explica de otra parte por la falta casi total de
fuentes y por las numerosas cisternas, que son necesarias para aprovisionar de
agua a la isla enteramente.
Está situada por 27º 45' de latitud norte y 20º 57' 45'' de
longitud oeste de el meridiano de Paris, esta es la más occidental de todo el archipiélago,
a dos días de vapor desde Santa Cruz de Tenerife. Durante largo tiempo, y antes
del descubrimiento de América, esta isla ha sido considerada como el fin del
mundo hacia el oeste. Ha servido como punto de referencia para el trazado del
primer meridiano. Esto es, que después de un congreso científico mantenido en
Paris, bajo la presidencia del cardenal Richelieu, que Francia aceptó, que el primer meridiano pasara por
"punta Orchilla", punto en el extremo oeste de la pequeña isla de el
Hierro. Esta fue la primera tentativa interesante para llegar a la adopción de
un meridiano único. Esto desgraciadamente fracasó, porque Francia, como
sabemos, ha tomado al día de hoy por meridiano , un punto de Paris, "El
Observatorio", y que el meridiano de Inglaterra pasa por Greenwich, que el
de Estados Unidos por Washington y que el de los españoles por San Fernando.
Pero la geografía es internacional. Y como sería muy deseable que la concepción
de un meridiano único pueda tener éxito, no estaríamos alejados de volver sobre
la decisiones de la conferencia presidida por el cardenal Richeleu y adoptar de
nuevo, como paso de este único meridiano, la pequeña isla de el Hierro. No es
este, en efecto, un lugar totalmente idóneo ? y habrá aquí una nación que se
muestre celosa de esta pequeña
isla perdida en el océano atlántico ?
La isla de El Hierro tiene la forma de un triángulo con las
cimas redondeadas y los lados cóncavos. Mide 29 kilómetros de norte a sur y 29
de este a oeste. Su superficie es pues de 278 kilómetros cuadrados. Aparece
como un inmenso bloque de roca bastante regular en cuanto a las líneas,
saliendo bruscamente del mar, para elevarse hasta los 1745 metros, altitud del "Alto de
Malpaso", punto culminante de la isla. Las otras cimas que hay que citar
son: el monte de Tenerife (1.336 m.) , de Jinama (1.320 m.), los riscos de
Tibataje (1.030 m.) de Tenacas (765 m.). Aquí no son como en la Gomera,
poderosas elevaciones al lado de profundos valles. No hay por así decirlo,
barrancos, que propiamente hablando merezcan tal nombre, salvo "el
barranco de Santiago" que va de Valverde a el mar. Si uno lo examina en
detalle, la configuración física de esta isla, se ve enseguida que dos cadenas
de montañas la jalonan de norte a sur: las de los riscos de Tivataje, siguiendo
en "El Alto, y aquella más baja,
que corta todo a lo largo la costa este de la isla. Distinguirás en seguida ,
algunas elevaciones en forma de pan de azúcar aisladas sobre la costa sur.
Ahora tenemos un idea exacta y completa del sistema montañoso de la isla de el
Hierro. Esta descripción orográfica habrá hecho entrever ya, hasta qué punto
las costas son inhospitalarias. Sobre todos las puntas, caen bruscamente hacia
el mar, desde altos precipicios, desde que uno se aproxima, se tropieza con las
murallas que tienen a veces 200 y 250 metros de altura. En el Golfo mismo, el
punto más bajo de la costa, tiene aun, salvo algún lugar como la Punta Grande (el
puerto de el Golfo), acantilados de 10 a 15 metros; no es pues sorprendente no encontrar puertos en la isla de El Hierro;
pues sería una injuria para aquellos de la Gomera, llamar puertos a estos, dos
o tres pequeñas calas o los pequeños peñascos, que los herreños nombran como:
la Punta Grande, la Restinga, la Caleta y Hierro. No hay bahías en la isla de
el Hierro, la puntas sin embargo abundan: al norte, la del Norte, al noreste,
la de amacas, al Este, la de la Caleta, Bonanza, de Rosas; al sureste, la de
Niebla; al Sur la de la Restinga, al suroeste, la punta de Tejada, al oeste,
punta Orchilla, al noroeste, las de la Dehesa, Tigadaye, Mocanal, por no citar más
que las más sobresalientes.
Algunas playas: al Este, una gran playa de arena, Las
Playas, una pequeña playa de guijarros, cerca del puerto de El Hierro; al
oeste, la playa de arenas Blancas, cerca de las aguas del Pozo y una playa de
guijarros, frente a los Roques de Salmor. La faja de tierra que rodea el Hierro es bastante pequeña, apenas media
milla, se puede decir que las costas se precipitan a pico hacia el mar; la sonda indica inmediatamente profundidades
de 200 a 300 brazas.
La isla de el Hierro esta poco poblada, es, después de
Fuerteventura, la que tiene la población menos densa. Ella cuenta, después de
el último censo con 6.508 habitantes (23 por Kilometro cuadrado). Sin embargo
hay una progresión constante y se puede decir que esta isla será un día tan
poblada como las de la Gomera y la Palma. Su población, de 5.026 habitantes que
tenía e 1865,ha pasado a 5.241 en 1885; al día de hoy, la población es de
6.508. He aquí entonces un indicio que puede ser más que de buen augurio. Esta
población se reparte en una villa (Valverde, la capital, alrededor de 2.500
habitantes) y quince pueblos o aldeas: Ajarera Baja (108 hab., a 5 km de Valverde);
Betenama (121 hab., a 3 km de Valverde); Casas (242 hab., a 12 km); Erese (187
hab., a 6 km); Frontera o Las Lapas (183 hab., a 13 km),; Guarazoca (252 hab.,
a 8 km); Hoyo del Barrio (111 hab., a 3 km); Isora (213 hab., a 9 km):
Llanillos (116 hab., a 18 km); Llanos (129 hab., a 8 km); Mocanal (230 hab., a
4 km); Rosa Cabrera (129 hab., a 39 km); Sabinosa (179 hab., a 24 km); Taibique
(834 hab., a 12 km); Tenecedra (221 hab., a 3 km de Valverde). Añadir a esto
una treintena de pequeñas aldeas, con una población de 700 a 800 almas y tendrás
una tabla de la distribución de la población en la isla de El Hierro.
Los habitantes de la isla de el Hierro difieren, bajo más de
una razón, de los insulares de otras islas. Los hombres, altos de talla,
presentan a menudo las características de los viejos guanches fuertemente
acentuados, no es raro de encontrar gente rubia y ojos azules, las mujeres son más
bonitas que las de la Gomera, muy fuertes, no son sin embargo poco agraciadas,
tienen una piel muy blanca, mientras que en la Gomera las mujeres tienen un
piel muy morena.
El vestuario varía según la época del año, ya que hay aquí
diferencias de temperatura bastante considerables. Hombre y mujeres, por otra
parte, salvo en el aumento de vestimenta que se ponen en invierno, se visten casi
como los insulares de Tenerife. Aunque, ellos tienen un tocado especial, que
por otra parte, tiende a desaparecer. Este tocado es la "montera",
una especie de gran gorro de lana negra, hecho con el mismo material que la
vestimenta; a veces se adorna con una corona de borlas en la base y de un pompón
arriba del todo. Aunque esta boina es llevada derecha sobre la cabeza, esta es
a veces llevada pintorescamente como una especie de pasamontañas. Pero muchas
veces entre los insulares, en lugar de llevar el gorro recto, abaten un
extremidad sobre la oreja y meten en el interior su pipa, el chispón y su
tabaco. El calzado merece también una descripción. Este se trata de un simple
suela de cuero, de dos o tres centímetros más larga que el pie, atado por
correas al tobillo. Estos zapatos, fabricados por los mismos insulares son
extremadamente resistentes y pueden impunemente andar durante un mes sobre las
lavas rugosas sin usarlos. El herreño es duro al dolor, resistente a la fatiga,
es también sobrio y muy laborioso. Aunque pobre, es muy hospitalario, da lo que
tiene con placer y no acepta nada a cambio. El extranjero, aun sin carta de recomendación,
es de seguro que encontrara albergue y cubierto, cosas que no puedo garantizar
en las otras islas. Ellos son tímidos,
no osan quejarse cuando sufren, no saben formular una plegaria y su manera de
pedir, de implorar o de exponer sus deseos , consiste simplemente en
cantar, simple y chocante método. Cuando
la sirvienta ve obtener un aumento en su salario, canta cualquier canción, como
el caso de un pobre esclavo que se queja del mucho trabajar y el poco ganar. El
hombre que tenga sed, hará comprender su deseo de beber, por un canto que
describirá el calor tórrido del verano y los sufrimientos crueles que este le
hace pasar. También, después que oigas a un herreño cantar, hace falta siempre
poner la oreja muy atentamente a las palabras de la canción. Esto es siempre lo
mismo, cuando hay que quejarse de alguien, en lugar de exponer directamente a
este último el problema. Este se contenta con empezar durante un mes o dos, un
diálogo con un amigo que puede vivir algo lejos, y este dialogo tratara sobre
los defectos y vicios de su enemigo, sobre los reproches que ha de dirigirle.
Para hacerse entender el uno del otro, es natural que eleven el tono de voz, a
causa del alejamiento uno del otro, de suerte que no solo el interesado, sino
también los vecinos pueden oírlo. Tienen también un singular instrumento de
música, que le sirve de corneta de reunión. Esta es un concha de caracola,
perforada, soplando bastante fuerte , se saca sonidos graves o agudos, según la
caracola. Hemos mostrado, ocupándonos de la geografía física de la isla de el
Hierro, como son sus costas de inhospitalarias. Se supone, por otra parte, desde
que uno se aproxima a la isla, de las dificultades que han tenido que enfrentar
sus pobres habitantes, para encontrar un desembarcadero cómodo, que estuviese
no muy alejado de la capital. Una pequeña playa de guijarros, situada entre
enormes bloques de roca amarillenta, desprovista de toda vegetación y casi
suspendido sobre el mar, he aquí el puerto de el Hierro. En este lugar, el
acantilado, que por otra parte, se eleva a pico, unas cuantas centenas de
metros de altura, se desploma bruscamente, y que ha protegido esta pequeña
playa de los vientos del Norte, edificando de alguna manera una pequeña mole
natural. Seguro que sobre una de esas rocas en la que desembarcamos, después de
que el mar está en calma, se puede distinguir las huellas de los pies, ya que
solo hay un lugar propicio para esta operación. En los tiempos de mala mar,
hace falta, al igual que en la gomera y La Palma, ser transportados a tierra en
las espaldas de alguien. El embarque de animales es también bastante penoso. Se
comienza por apalear a los malaventurados animales, para meterlos en el agua,
una vez metidos y para que no puedan oponer resistencia , se les ata a una barca, uno
se encarga de mantenerles la cabeza fuera del agua y se les lleva de esta
manera hasta el vapor, donde chorreantes, se les izará como cualquier otra
mercancía.
Los días de correo,
se dice que una vez por semana, después que el vapor inglés, encargado del
servicio interinsular, va a anclar en el
pequeño puerto, El Hierro toma un aspecto inusitado. sobre unos
pocos metros de terreno que quedan libre entre el acantilado y la playa, se ha
construido una pequeña casa que sirve de cafetería, de oficina para la
consignataria de los barcos y de depósito para las mercancías. Una luminaria
que tomamos en un principio por una cafetera, y en la cual arde un aceite con
luz difusa, sirve para iluminar este triste paisaje, después de haber
desembarcado esa tarde. Por el día, es un poco más alegre. Uno puede ver todo a
lo largo el pequeño sendero que conduce a Valverde y que han tallado sobre la
roca, los insulares montados sobre la mulas, vienen a buscar un amigo, un
paquete, o simplemente alguna noticia.
Al norte del acantilado, la ermita de San Helmo, domina
desde más de 150 metros el pequeño puerto de el Hierro; al sur; se alzan bellas
siluetas de basaltos, con magníficas euphorbias, que se agarran a los mínimos
salientes.
Después de haber escalado este acantilado, uno se encuentra
con una región absolutamente desolada. Ni un árbol, algunas tuneras que
florecen, enclenques, sobre las cunetas de el mal sendero que bordea el
barranco de Santiago. Todo piedras, y es, en este desierto, donde los insulares
se esfuerzan en disputar cualquier rincón de terreno. Ciertas partes, sin
embargo, son más verdes, los que parece indicar la presencia de agua; es en medio de esta triste naturaleza,
que vemos la capital de la isla de el Hierro: Valverde. La villa está colgada a
580 metros de altitud, como un nido de águila , en un valle semicircular,
abrigada por una colina bastante alta. construida en anfiteatro, la villa se
vislumbra de muy lejos, en toda su extensión. Su aspecto es de lo más triste:
nada de verdura, nada de árboles; sólo, dos molinos de viento girando rápidamente,
sobre una colina absolutamente desnuda. Las casas son apropiadas, bien construidas, casi todas blanqueadas con
cal, las calles están bastante bien mantenidas, pero como siempre mal
pavimentadas. Casi todo el año, un viento violento sopla sobre Valverde, el
calor del verano es aquí sofocante, y en invierno hace mucho frio. La gran
sequedad que reina aquí constantemente, impide crecer la vegetación y se muestran
como una curiosidad esas flores que se aventuran a florecer en los jardines.
Valverde posee un iglesia bastante antigua, construida sobre
un pequeño montículo, formado por la división de el barranco de Santiago. El
exterior tiene un cierto sello de antigüedad, en el interior algunas pinturas
murales, recuerdan aquello de nuestros pequeños teatros provinciales, y , a
guisa de luminaria, una farola, parecida a aquella de las que se sirven las
gentes de nuestros campos, y suspendida delante del altar de la virgen. El
púlpito es bastante curioso, ya que sobre sus bordes están sentados,
groseramente esculpidos, los cuatro evangelistas.
Los habitantes de Valverde,
como aquellos de Arrecife están orgullosos, y con justa razón, de sus
casinos, estos son establecimientos suntuosos, los cuales poseen bibliotecas, una
sala de juego y cuatro mesas de madera blancas, casi siempre viudas de
consumidores; por otra parte, un piano, y una muy bonita sala de baile. En
cuanto a la "fonda", preferimos no decir nada, y pedir a los viajeros
no alojarse, le vendrá mejor hacerse con una carta de recomendación del cura o
el médico, dos personas muy amables y bastantes hospitalarias, entre los que no
solamente encontrarán un cordial acogida, sino que estarán verdaderamente
comfortables.
Para ver Valverde según las épocas (Valverde antiguo)
Como se ha podido ver por esta corta descripción, Valverde ofrece pocos atractivos, llegados por la tarde, partiremos desde por la mañana siguiente, hacia los barrancos de la Caleta y la Candia, a fin de registrar las inscripciones que allí se encuentran.
Como se ha podido ver por esta corta descripción, Valverde ofrece pocos atractivos, llegados por la tarde, partiremos desde por la mañana siguiente, hacia los barrancos de la Caleta y la Candia, a fin de registrar las inscripciones que allí se encuentran.
De Valverde a la Caleta, se cuenta con una hora de marcha,
pero, dado a los accidentes del terreno, hará falta poner dos horas, a fin de
no fatigarse. Hay, en efecto, 580 metros de descenso, a través de una
naturaleza salvaje, quemada por el sol, poco cultivada por causa de la escasez
de agua. Antes de llegar al estuario del pequeño barranco, donde se encuentran
las inscripciones, el camino se vuelve impracticable. Este no es sino piedras
que ruedan bajo nuestros pies, o que les despellejará las manos.
Hará falta hacer cantidad de vueltas, para llegar a las "rocas escritas". El barranco
de la Caleta forma en su desembocadura una especia de pequeña cala, donde se
podrá abordar muy fácilmente cuando la mar está en calma; la Punta de la
Caleta, que está situada a algunos metros de esta, es también un lugar señalado
como lugar de desembarco. Encontramos una primera piedra, después otras cinco o
seis, cubiertas de signos más o menos bien conservados.
De otra parte, estos
pedazos forman parte de un mismo bloque de piedra, situado a 12 o 15 metros
del mar y cuyo cara está orientada hacia el lado del sol de levante. Podemos
deducir, que estas inscripciones estaban quizás destinadas a presentar
alabanzas al sol. Este peñasco, bajo la influencia de una fuerza física,
cualquiera que fuese, ha sido partida en varios fragmentos, si bien al día de
hoy, uno debe buscar por todo sus alrededores, para registrar las inscripciones
grabadas sobre las piedras; es desgraciadamente, muy probable que las más
interesantes hayan desaparecido. No lejos del barranco de la Caleta, se
encuentran los de la Candia y en una situación casi idéntica. Hemos podido ver
una piedra encarando hacia el mar, cubierta de signos que hemos anotado.
Como siempre, estas piedras están situadas muy cerca del mar, en una región muy salvaje y casi
desierta. Todas son de grandes bloques de rocas volcánicas, negras, lisas, se
acercan, por su situación y naturaleza, a aquellas de el Julian de las cuales
hablaremos más tarde; pero los signos trazados sobre estas últimas no serán
consideradas como letras y que
constituyen sobre todo una ornamentación ingenua de diseños primitivos, y que
tienen muy poca relación con las escrituras de hoy, las de la Caleta y la
Candia son verdaderas inscripciones, donde cada signo es una letra. Es así que
algunas de ellas nos recuerdan nuestra D, nuestra C, nuestra S mayúsculas .
Mientras que el autor de "los letreros de El Julian" , ha buscado más
bien dibujar, en aquellas de la Caleta y la Candia ha querido sobre todo
escribir.
Hemos anotado algunas de las inscripciones, nos hemos
dedicado a reproducir, no solamente sus caracteres distintivos, sino también
sus situaciones respectivas.
#2
Las desventuradas islas del grupo occidental del archipiélago
canario, son decididamente bastante desfavorecidas. Sin una carretera, nada
sino malos senderos que son muy difíciles de seguir, ya que uno no conoce
admirablemente el país. Es este uno de los caminos canarios que uno tiene que
tomar para salir de la capital y dirigirse hacia el centro de la isla.
Hemos dicho ya que los alrededores de Valverde eran sobre
todo pobres: algunos campos de papas, de tuneras, algunos escasos pastizales son
toda la riqueza. Cumbres desnudas , paisajes desolados. La situación de esta
capital nos recuerda a la de las otras dos, si bien bastantes alejadas: Puerto
Cabras en Fuerteventura y Arrecife en Lanzarote. No se puede escoger, en toda
la isla, región más desolada. A los 750 metros, llegamos a la cresta de las
alturas que rodean Valverde. El camino bordeado de ágaves, corre durante algún
tiempo, sobre una estrecha planicie y más baja, donde se ve un pequeño cráter
cultivado enteramente. No hay barrancos en esta parte de la isla: algunos
pequeños valles poco profundos. Dos kilómetros mas lejos, el paisaje cambia un
poco, se vuelve más salvaje y a un tiempo más bonito; en efecto, los valles están
sembrados de inmensos bloques de piedra y algunos brezos se agarran a los
flancos de las montañas, dando con su nota de verdor, un poco de gracia.
Llegamos de esta manera al pequeños pueblo de Tiñor, situado a 900 metros de
altitud; 12 o 15 casas, de las cuales algunas están aun cubiertas de paja o
hojas de palmeras, componen el pueblo. Algunos campos secos rodeados de
piedras, donde los insulares se esfuerzan en hacer salir las papas necesarias
para su alimentación, algunos pastos, donde un raza bastante hermosa de
caballos y bueyes, encuentran un alimentación apenas suficiente, la rodean. A
mil metros de altitud, pasamos cerca de unos reservorios, donde se recoge
precisamente el agua que cae en estas regiones. Estamos cerca del Barrada,
viejos volcanes cubiertos de una pequeña vegetación: el "camino" que
seguimos es bastante largo, bastante regular, desde los 1000 metros de altitud
que alcanza a los pies de la montaña de la Mascada, desciende nuevamente un
poco para atravesar el valle de Islafe;
enlazamos a la derecha la ruta de el Pinar, y continuamos caminando por
un calor tórrido, que la reverberación de el sol sobre la arena, vuelve aún más
fatigante soportar. Un poco más lejos, estoy asombrado de encontrar algunos
campos de altramuces y de centeno, vacas, cabras y corderos paciendo sobre
estas alturas.
El camino franquea la cadena de montañas que llaman
"montañas Pozas"; por un lado estas montañas se unen con los riscos del
Golfo, y por el otro con la cima más alta de la isla "el Paso Alto".
El día que estas montañas sean un poco
mas abarrancadas por las aguas de lluvias, el día que sus flancos esten un poco
más disgregados, el valle que acabamos de atravesar sera unos de los más fértiles
de la isla !
No tardamos en llegar a la cresta, una especie de pequeña
meseta pedregosa que alcanza los 1.170
metros de altitud; un poco más lejos, el camino franquea, ante de volver a
descender, el collado de Jinama; aquí, los animales tienen costumbre de
pararse, por otra parte, no lo lamentamos, ya que, hay sobre todo un admirable
valle, un vista esplendida. Esta es la región más fértil de la isla, el granero
de el Hierro! Uno está admirado, de la diferencia que presenta en relación con
la otra parte de la isla. Una no tiene sino que piedras, pastos áridos,
soledades de desolación; la otra parece ser un rincón del paraíso. Rodeado de
riscos de 1.200 a 1.500 metros de alto, cubiertas de una vegetación extraordinariamente
lujuriosa y variada, el Golfo parece, desde el collado de jinama, una inmensa
playa, alzada una cincuentena de metros por encima del nivel del mar. El menor
rincón está habitado, cultivado, hasta el punto que se diría que un vasto
ajedrez se extiende bajo sus ojos. Por todos lados, están las flores, por todos
lados un vegetación vigorosa. Sobre un simple mapa de el Hierro, uno se puede
dar cuenta fácilmente cuanto toda esta región es curiosa y cuanto difiere de
las otras partes de la isla.
El Golfo, según nosotros, ha sido formado por una colada de
lavas, sobre la cual durante siglos se ha amontonado la tierra vegetal, traídas
desde las alturas que lo rodean y que le dan un inmenso circulo de verdor.
Limitado al Oeste por los montes de Tenacas, al Sur los contrafuertes de Mal
Paso, al Este y al Noroeste por los riscos de Tivataje, esta llanura es uno de
los rincones más pintorescos y más fértiles de la isla. Forma un gran plano
inclinado, descendiendo desde la montaña hacia el mar, desde una altura de 350
metros y terminando bruscamente en un
precipicio de 15 o 20 metros de altura extremadamente recortado y en verdad
inhospitalario.
Esta parte de el Hierro es tan diferente del resto de la
isla, que no solamente posee un flora y una fauna especial, sino aún un clima
particular. Un telón de nubes cubre, en efecto, diariamente este rincón
privilegiado, parece hecho aposta para interceptar los calientes rayos del sol,
el se extiende al rayar el día y se disipa a la caída de la noche; los
habitantes del Golfo, deben a este fenómeno, una temperatura siempre igual.
Desde el collado de Jinama, se desciende hacia Las Lapas por un camino bastante
bien mantenido, pero que se agarra literalmente a los flancos de la rocas que forman
la cintura del Golfo. Ya hemos dicho ya cuanto esta vertiente de la montaña, se
parece tan poco a la otra. Nosotros tuvimos la confirmación en el descenso. Hay
desde el principio, un bosque de mocanes que nosotros atravesamos, les sigue magníficos
bosquecillos de brezal, laureles, la flora de los trópicos se mezcla con la de
los países templados; los rincones silvestres abundan. Aquí, enormes bloques de
piedra, amenazantes, suspendidos sobre vuestras cabezas; allá, dulces claros
que solicitan vuestro paso. La vegetación es verdaderamente potente. A 610
metros de altitud, ciertos árboles alcanzan grosores y alturas verdaderamente fantásticas.
es así que un mocan, conocido en el país como el Mocan de la sombra, alcanza 5
metros grosor, 8 a 9 metros de altura y cubre una espacio de más de treinta
metros cuadrados, es así igualmente que las hayas se alzan a 15 metros de
altura, los brezales a 7 u 8 metros. A 850 metros de altitud, se encuentra un
pequeña fuente, quizás la única que existe en todo el país, se le conoce con el
nombre de fuente de Tinco. Nos hubiera gustado ver que esta era muy abundante,
pero acercándonos, constatamos que no era sino una infiltración en la roca,
gota a gota, el agua cae en un pequeña cubeta esculpida en la roca. Las mujeres de Las Lapas vienen a lavar su lencería
y no dudan, de qué manera es el agua rara en la isla, de escalar los 4 o 500
metros que separan esta fuente de su pueblo.
Después de un largo tiempo, aparece las Lapas, su iglesia y
su curioso campanario conforme se desciende siempre, sin jamás llegar. Al fin,
salimos de este magnífico bosque de el Miradero y desembocamos en la inmensa y
rica llanura del Golfo. Si no estuviera la iglesia y su campanario, sería muy difícil
de decir exactamente, donde se encuentra el centro de la villa de Las Lapas.
Ninguna curiosidad, si exceptuamos la iglesia, situada al pie de un pequeño volcán
de arena roja, cuyos flancos están sembrados de bombas volcánicas.
El campanario no se encuentra pegado a la iglesia. Como se creía
que los campanarios no podían ser oídos desde todos los puntos del Golfo, no
encontraron otra cosa mejor que construir el campanario en la cima de un montículo,
al pie de cual se construyó la iglesia,
si bien solo es una distancia de un cuantas centenas de metros lo que
separa los dos edificios, pero mientras la iglesia está a 333 metros de
altitud, el campanario se alza a una altitud de 360 metros.
El Golfo posee un puerto, pero es desafortunadamente poco
hospitalario. El fondo está formado de rocas tan lisas y duras, que los barcos
no pueden anclar, solo, un pequeño lugar, tan grande como unos metros
cuadrados, que hace falta conocer muy bien consecuentemente, permite a los
veleros llegar para recoger las barricas
de el excelente vino que produce M. Louis Goudard, un francés que explota una
parte de los viñedos de este magnifico pais.No lejos de Punta Grande, (este es
el nombre del pequeño puerto), se encuentra un grupo de peñascos, conocidos con
el nombre de roques de Salmor. Bajo el brillo del sol, parecen casi rosas, en el
mar absolutamente azul. Es sobre unos de estos roques , la más avanzada en el
mar, distante de tierra alrededor de 1 kilometro, que se encuentran las últimas
muestras de el gran lagarto de el Hierro, que poblaba en otro tiempo toda la
isla.
El viajero que este agobiado por el tiempo, no se parará en
Las lapas y continuará su ruta hasta Sabinosa, donde no encontramos ni
"fonda" ni "cura", pero donde, sin embargo, se nos recibirá
fácilmente con hospitalidad en cualquier casa de algún notable habitante. Esta
es por otra parte un bonito paseo, que permite tener un idea muy clara de el
Golfo, de su riqueza y de su futuro. Saliendo de Las lapas, acompañamos a la
izquierda, la alta cadena de montañas que cortan el Golfo en dos, a la derecha
el llano fértil donde crecen la viña, la higuera y morera. Casi a la salida del
pueblo, atravesando el pueblo de Delgada, donde algunas pequeñas casas
cubiertas con tejas, le dan un aire de coquetería al país; una temperatura de
una dulzura exquisita reina de ordinario, pero nuestro guía nos explica que no
siempre es así, cuando el viento del suroeste se pone a soplar. Tingadaye es
una de los pueblo más fuertes del Golfo, es sin duda por esta razón, por lo que
no está marcada sobre los mapas que poseemos. Un poco más lejos, no encontramos
con Meressa (280 metros de altitud) que no es más que una aglomeración de pobres
chozas, desapareciendo bajo las higueras.
Llegando a la cadena montañosa que separa el Golfo en dos
partes. Es en este lugar, que una colada de lava de 5 a 600 metros de largo, ha
venido a estragar este admirable país.
A 2 kilómetros de Meressa más o menos, nos encontramos Los
Llanillos, pequeña villa de 116 habitantes, construida a 150 metros de altitud,
siempre en medio de viñas que los insulares han plantado al precio de esfuerzos
inauditos y de trabajos considerables, la lava recubre casi toda esta parte de
el país.
Pasamos al pie del monte Tamassino, volcán idéntico a aquel
sobre se construyo el campanario de Las Lapas. Por otra parte, este volcán
estaba cubierto de viñas, que han al día de hoy desgraciadamente desparecido,
por cause de la negligencia de su propietario, que ha dejado que las arenas
ahoguen las cepas. Antes de llegar a Sabinosa, atravesamos, cosa bastante rara aquí, dos barrancos; esta región
difiere un poco en aspecto de que aquella que acabamos de ver. El suelo es más
accidentado, la llanura se encoge, las viñas se hacen más raras, la naturaleza
se vuelve más salvaje. Los Monte Huecos constituyen un alta cadena de montañas,
donde las cimas son en parte arboladas, pero donde las pendientes áridas,
pobladas solamente de algunas euphorbias, se abaten rápidamente hacia el mar y
estrechan singularmente El Golfo. Mas viviendas, enormes piedras, de barrancos
profundos, de euphorbias, algunas tuneras. Aproximándonos a Sabinosa, los
cultivos reaparecen: viñas, higueras, tuneras, campos de papas, tabaco.
Sabinosa es un pequeño pueblo de 179 habitantes, situada lo más al oeste de la
isla, a 24 kilómetros de Valverde. Se encuentra construida en medio de una
conmoción volcánica , más acentuado aquí que en otra partes, a caballo sobre
dos volcanes. Sabinosa se compone de 80 a 100 casas, la mayoría tienen aún los
techos hechos de hojas de palmera o de paja, pero los establos esta
desprovistos de ellos, consistiendo simplemente de un pequeños muro circular de
piedra seca de 1.50 metros de altura, que es suficiente para encerrar al
cuadrúpedo, cuyo carácter experimenta la dulzura del clima. Feliz país, donde
uno puede tener impunemente, todo el años, la bóveda celeste por techo !
Sabinosa no ofrece ningún interés para el viajero o el científico,
pero no es lo mismo los alrededores. Hay, en efecto, unas muy bonitas
excursiones que hacer, sea del lado del monte Tenacas, justo hasta la ermita de
los Reyes y de la montaña de La Virgen, sea del lado de El Julian. un lado como
el otro , el país ofrece casi el mismo aspecto; todo lo que no ha sido invadido
por la lava esta cultivado y ni un solo pequeño rincón de tierra vegetal queda
inocupado ! No será más que para recoger la "siempreviva", esa bonita
flor violeta, que no se encuentra sino apenas aquí, que uno escalará, por la
mañana, la cadena de montañas de Bascos (450 a 500 m. de altitud) y será para
ir a degustar el agua mineral tan célebre en todo el archipiélago, que
descenderemos, al medio día, hacia la costa.
A 2 kilómetros, en efecto, de Sabinosa, prácticamente al
borde del mar, se encuentra la estación balneario de la isla de el Hierro, El
Pozo. Se desciende por un camino, que es sobre todo un sendero de cabras, y que
serpentea sobre los flancos de el inmenso volcán, sobre el cual se eleva el
pequeño pueblo. Algunas viñas, magnificas higueras de las cuales uno no ve sino
las ramas, el tronco desaparece en el
pozo que se ha debido de escarbar para encontrar la tierra vegetal, tuneras y
sobre todo cantidad de piedras y de euphorbias, pueblan los alrededores.
En medio de inmensos peñascos, de los cuales algunos
sugieren extrañas formas, siete casas, muy exactamente, son construidas sobre
dos hileras, dejando entre ellas un espacio de algunos metros, que es la gran
calle de la villa.
Todas estas casas están inhabitadas, ya que estamos aún en
invierno, aunque bien que el termómetro marque hoy 20º a la sombra, y los
bañistas no llegan sino en julio. Cada año, en efecto, después de varios
siglos, algunas personas de Tenerife, una o dos familias de Valverde, vienen a
pedir a las aguas de Sabinosa, la curación de sus enfermedades de piel. Llevan
con ellos toda las provisiones necesarias para su sesión, bajo las especies de
vacas, cabras, pollos, conejos. Ellos permanecen en este desierto de tres
semanas a un mes; cuando su cura haya terminado, otros toman su plaza y la sesión
acaba en octubre.
Estas aguas son conocidas desde hace mucho tiempo. Hace
alrededor de 400 años, algunos paisanos al servicio de los condes del Hierro, resaltaron
sus cualidades curativas, ellos dieron parte a sus patrones del descubrimiento,
y estos últimos hicieron conocer en la
otras islas, la curaciones obtenidas.
Pero descendamos hacia el establecimiento termal, siguiendo
la gran calle, nada de "English Hotel" (la isla del Hierro no posee
sino una "fonda" en la capital, y que fonda !), pero, en revancha,
sobre una de las puertas de las tres casas de techo plano (las otras están
cubierta con paja), los días y horas de consulta del doctor, están escritas a lápiz.
Ninguna necesidad de sillas con angarillas, ya que la casa más alejada del
establecimiento no está sino a 50 metros.
Sobre un precipicio de rocas negras, brillantes, a los pies
del cual bate constantemente el mar, que alcanza en este punto una gran
profundidad, un piedra plana recubre la abertura de los pozos, de donde se saca
el agua, con la ayuda de un balde suspendido al final de un cuerda; un estanque
de cemento, de una capacidad de 5 a 5 metros cúbicos, en todo parecido a
aquellos que sirven de abrevadero entre nosotros, está dispuesto para recibir
dos o tres bañistas, y si la fuente de aguas termales carece de comodidad, en
revancha, cuatro baños para los pies han sido esculpidos en la lava y todo muy próximo
a los pozos, para la mayor comodidad de los enfermos.
Esta agua, he aquí, por otra parte, el análisis, para
100.000 partes de agua,
temperatura
: 212º
Total
de materias solidas............................714.000
Amoniaco
libre...............................................0.028
Amoniaco
albuminoso.....................................0.012
Carbonato
cálcico...........................................29.150
carbonato
de magnesio................................82.110
carbonato
sódico............................................Nada
Sulfato
de potasio..........................................11.741
Sulfato
de magnesio......................................45.740
Sulfato
de sodio............................................486.520
Sílice
y aluminio...............................................1.250
Se encuentra a los 11 metros de profundidad, casi al nivel
del mar, que no está separado sino por unos cuantos metros: a pesar de esta
proximidad, no parece que haya infiltraciones y la fuente, bastante abundante,
parece venir de los montes de Tenacas, volcanes cuyas últimas erupciones son
relativamente recientes. El descenso en estos pozos es bastante peligroso, ya
que orificio es bastante estrecho, y sus paredes se ensanchan para formar, en
el fondo, como una especie de gran cisterna.
Desde el punto de vista médico, los insulares piden a estas
aguas, la curación de sus reumatismos, de todas sus enfermedades cutáneas, con
sus manifestaciones artríticas.
Las curaciones son frecuentes, pero decir que esta fuente es,
una panacea universal, para todas las enfermedades, sería ir un poco lejos, y
nosotros podríamos citar tal o cual manifestación terciaria sifilítica ,
rebelde al tratamiento.
Pero no es sino bien curioso notar con que persistencia, que
fe, cada año, los habitantes de este pequeña isla, bien pobre, bien alejados de
todo centro intelectual y médico, se rinden, ellos también, al momento del
verano, "a las aguas".
El éxodo hacia las estaciones balneario que , cada año,
despuebla nuestras grandes villas en julio, agosto y septiembre, podría, después
de esto, sorprender a alguno en Francia.
#3
Dejamos Las Lapas por un cuesta bastante rápida, dejando
atrás el admirable Golfo. A los 500 metros de altitud, pasamos por medio de
viñas y se hace patente que no todos los terrenos estan ocupados y que queda aún
mucho que plantar. Franqueamos el barranco de Thaoco y a 600 metros, entramos
en el bosque; nada de Hayas como lo pretendían algunos autores, sino brezales,
Acebos, algunas lauráceas, abetos; un poco más alto, pasto muy verdes.
A 100 metros, la arena ha invadido toda esta parte de la
Cumbre; la montaña de Gireal no es sino un inmenso montón de arena; un poco más
alto, 1.220 metros, se llega a un lugar de peregrinaje conocido como "de
San Salvador". En un pequeño nicho, una figurilla vestida con un manto
rojo representa el santo, cada año, después de su fiesta, los insulares se reúnen
en este lugar y es un pretexto de regocijo público. Estamos en el punto
culminante del sendero, al pie de El Alto de Mal paso, la cumbre más alta de la
isla, rodeada por todas partes de conos de bordes redondeados, casi tan
elevados como él.
Durante mucho tiempo aun, marchamos sobre una cresta pelada,
después entramos en un bosque de pinos; las vistas se extienden entonces sobre
pendientes de 10 a 12 kilómetros de longitud, que descienden hacia el mar
dulcemente, pobladas en un principio de pinos, después de casas, enseguida de
euphorbias. Es comarca del Pinar es muy particular. En ninguna parte, hemos
visto la misma cosa. Tiene de 150 a 200 hectáreas de pinos, con sitios
admirables. Algunos de estos árboles alcanzan diámetros verdaderamente
sorprendentes. El Pinar es un pequeño pueblo de 360 habitantes, situado muy
cerca del centro de la isla de el Hiero, a 780 metros de altitud, construida
sobre uno de los contrafuertes de Mal Paso. No está compuesto sino de unos
sesentena de chozas, casi todas de aspecto bien pobres, construidas en piedra
seca, cubiertas de paja, pero desaparecen literalmente bajo la flores. Un
campanario pintada de blanco y azul, que
han edificado recientemente, prueba cuanto la industria del país ha hecho
progreso ! Las gentes del pinar son muy laboriosas. para darse cuenta, no hay
más que hacer un pequeño paseo por el país, en la mañana, las mujeres hilan y
tejen con instrumentos bastantes primitivos, los hombres salen, con sacos sobre
sus espaldas, por los campos, los niños trotan detrás de las mulas. Todo este
pequeño pueblo no parece para nada debilitado por el clima y parece al
contrario muy activo, bullicioso, alegría de vivir. Esta comarca es un país de
agricultura y ganadería. Unos cuantos rincones húmedos del bosque, que dejan crecer
un pequeña hierba tupida y verde, que alimentan una muy buena raza de vacas y
algunas cabras. Desgraciadamente, el trabajo y tenacidad de estas pobres gentes
son mal recompensadas por los productos de un suelo avaro y árido. Los años, y
son numerosos, que no llueve, la sequedad es extrema. Nosotros hemos podido,
por otra parte, juzgarlo personalmente; no hay ninguna fuente en este país y
están destinados muy a menudo a beber de el agua que se recoge en las
cisternas, como así pasó hace dos o tres años.
En los alrededores de el Pinar, a algunos kilómetros ,
existe una comarca, donde la naturaleza no se puede mostrar más ingrata . Es difícil
de imaginar sitio más salvaje; es un verdadero desierto de piedras, que no
cubre ni el más pequeño liquen, pero que dejan, en cambio, florecer entre sus
intersticios, grandes euphorbias, de formas de lo más extraordinarias. esta es
la comarca de El Julian, la de Los Letreros, la de la Cuevas, lugares llenos de
testimonios, donde todo nos habla de los antiguos guanches, donde cada piedra
tiene un signo, una letra, que quizás un día, ayudará a los historiadores a
reconstruir la vida de este pueblo, sobre cuyo origen nos perdemos en
conjeturas.
No podemos dejar El Pinar, sin visitar esta parte de la
isla. También, con una de esas mañanas de calor tan frecuentes en las Canarias,
partimos hacia el Julian. Durante 2 kilómetros, marchamos en medio de este
espléndido bosque que rodea El Pinar y que habíamos admirado a nuestra llegada.
Ciertos sitios sorprenden por su pintoresca grandiosidad. No son sino montañas
con su cumbre redondeada, cubiertas de pinos, profundos valles casi enteramente
cultivados. Más lejos, el aspecto cambia. Nada de verdor, todo es árido, seco.
Subimos hasta los 850 metros, a través del bosque de pinos, después hay que
descender hacia el mar, a través de un verdadero desierto volcánico, apenas
accidentado, cortado por barrancos poco profundos. El paisaje se convierte en
una increíble desolación . La flora no está ya presente y la fauna tampoco si no fuera
por unos pequeños lagartos negros y algunos cuervos casi blancos.
Pasamos al pie del monte Sanaque el cual está indicado sobre
un buen número de mapas; es un montaña que tiene la forma de un cono
perfectamente regular, cubierto de pinos y que puede servirnos de punto de referencia
para encontrar los Letreros, que no son revelados por ningún indicio en
particular.
A unos 2 kilómetros
de esta montaña, se encuentra un barranco fácil de reconocer por su poca
extensión y la luz de sus piedras negras, brillantes. Este es el barranco de
Lahara. Se divide en dos ramales muy parecidas; hemos llegado. Aquí un inmenso
recinto circular, formado por un muro de piedra seca, pueden cercar alrededor
de 4 aéreas de terreno, dividido en compartimentos circulares y que se
comunican entre ellos. Esto es un "Tagoro", lugar de reunión de los
antiguos guanches. Situado en mitad de una cuesta, a 350 metros de altitud,
construida sobre una pequeña colina, está perfectamente conservada. No
solamente, se puede distinguir el gran recinto, sino las ruinas de otros
recintos más pequeños, trazados en el interior de la grande y destinadas a
encerrar a los animales sagrados. Piedras planas dispuestas en circulo sobre la
cima de la colina, indican el sitio para los jueces.
Uno se acuerda de las descripciones que ya nos habían dado
del Tagoro. No volveremos mas. Este es el lugar, donde los antiguos habitantes
del país se reunían en los grandes acontecimientos de su vida social, para la
elección de sus reyes por ejemplo, y la tradición cuenta que Armiche, último
rey guanche del Hierro, fue elegido en este Tagoro que nosotros visitamos. Se
reunían aquí también, según la tradición, para administrar justicia y , en este
caso, los jueces se sentaban sobre las piedras planas de las que acabamos de
hablar. El culpable era llevado ante ellos, al pie de un pequeño montículo,
sobre el cual eran presentados. Al final se ofrecían sacrificios, para suplicar
a los dioses protectores que dejaran caer una lluvia beneficiosa, la falta de
agua ha sido siempre una de las principales preocupaciones de los habitantes de
la isla del Hierro. Como en todos los Tagoros, existe allí un altar para
sacrificios, una gran piedra plana puesta sobre un montón de piedras de
dimensiones más modestas. Cerca de este altar, un agujero es excavado en la
roca destinado a recibir, sea la leche de la victimas, cuando no eran
degolladas, sea su sangre, cuando eran sacrificadas.
Viera y Clavijo, en su obra sobre La historia de Canarias,
cuenta una curiosa práctica, especial en la isla del Hierro. "cuando una
vez el invierno ha llegado, cuenta él, y que las lluvias tardan en llegar, todos los
habitantes de la isla se reúnen en Bentayca, al sur de la isla, y allí, las gentes se separan en dos grupos: los
hombres van a la derecha de un inmensa roca, la mujeres a la izquierda. Todo el
mundo permanece sin comer tres días enteros, y dando gritos terribles. Si esta perseverancia
no es recompensada, se sabe lo que quedaba por hacer, uno de los insulares,
aquel que pasaba por más virtuoso, se retiraba a la gruta de Asteheyta e
invocaba al Dios. Al final de algunas horas, el intentará que se le aparezca ,
cierto pequeño cochino que el llevará bajo su tamarco . Lo presentará a la
asamblea que lo llamarán enseguida el Aranfaybo, su intercesor después de
Dios, para obtener el pan. Hasta que no llueva, el intercesor quedará
prisionero y no se le devolverá a la gruta sagrada, hasta que la tierra este
bien anegada.
Como siempre, el Tagoro se construye a poca distancia del
mar y en un lugar elevado, desierto y salvaje, donde la vista no puede ser
distraída, ya que que está enteramente ocupada por el mar, el cielo y el desierto
de piedras. Les parecía a estas gentes primitivas, que acercándose lo más posible a
la naturaleza, que escogiendo el sitio más elevado y menos umbrío, estarían más
cerca del Ser Supremo, que sería mejor así para que les viera, escucharlos y de
satisfacer sus votos. Por la frecuentes reuniones en un mismo lugar explican la
montaña de conchas que vemos a lado del Tagoro. Estas reuniones, en efecto,
podían durar uno o dos días; o, no hay que olvidar que las comidas eran hechas
en común y que los guanches eran unos grandes comedores de moluscos, no nos
sorprendió, pues, ver toda la cima de una pequeña montaña cubiertas de estas
conchas.
Del Tagoro a Los Letreros hay unos cuantos minutos de
trayecto. Se ve, por otra parte, desde el Tagoro, después que uno conoce
exactamente el sitio, brillar las dos coladas de lava, sobre las cuales están
trazados los signos.
Los Letreros se encuentran un poco de frente, o, si se
prefiere, en la prolongación de la punta Tejada, formada por una colada de
lava, que se escapó del volcán, del que se aprecia el cráter no lejos del mar.
Toda esta parte de la costa esta punteada por una cantidad de pequeños volcanes,
cuyos cráteres perfectamente delimitados, tienen más o menos su cima
desmoronada. Los letreros están grabados sobre dos coladas de lava,
perfectamente lisas y paralelas, separadas entre ellas por un espacio más
rugoso, donde sería difícil la escritura.
Estos dos paneles negros tiene alrededor de 4 metros de
largo sobre 100 metros de anchura; las letras se encuentran en la partes más
lisas y muchas son difíciles de reproducir, ya que comienzan a desdibujarse,
todas estas parecen haber sido hechas con un instrumento puntiagudo, un punzón por
ejemplo; se ve aún en efecto , pequeños agujeros dejados por este instrumento.
La piedra ha sido excabada sobre un largo de un centímetro y estas letras
alcanzan una altura que varía entre los 10 y 20 centímetros. Unas son simple y
parecen una C, a nuestra O y a nuestra B; pero otras forman figuras de lo más
complicadas, uno se puede dar cuenta, que parecen que han sido escritas sin
orden, al azar, a la fantasía de sus autores, ya que suponemos que son la obras
de varios autores, aunque de la misma raza y en la misma época. La cuestión que
se presenta naturalmente es la siguiente: De quien, esta inscripciones, son
obra? De los guanches o de pueblos que han invadido la isla, en los primeros
tiempos de la historia ? Dejamos a la gente más competente que nosotros, ocuparse
de responder. Lo que nos hace principalmente dudar al afirmar que los letreros
son la obra de los guanches, es el pequeño número de inscripciones que han
aparecido en la islas Canarias: tres en
la isla del Hierro, una en la isla de La Palma, algunas en Gran Canaria y eso
es todo. Es licito suponer, que si los antiguos guanches hubieran conocido el
medio para expresar su pensamiento, ellos no estarían limitados a estas pocas
inscripciones y no habrían jamás mostrado su saber, sobre su instrumentos de
trabajo, ni sobre sus cerámicas, sobre los muros de sus cuevas, ni sobre los
altares de sacrificio ? Todo, al contrario, tiende a probar que estas inscripciones son obra de
navegantes. Todas son , en efecto, grabados sobre piedras no lejos del mar (La
Palma, El Julian) cuando no están inmediatamente sobre los bordes (La Cantera,
La Caleta), en la proximidad de una pequeña playa, donde se puede desembarcar
sin ninguna dificultad. Porque, además, no nos extrañaría que los primeros
exploradores de estas islas, hayan querido dejar un recuerdo de su paso, antes
de reembarcar ? Estas inscripciones nos darán ellas mismas un día quizás, la
clave del enigma, con la que se podrá descifrar. Es por lo que nos hemos
aplicado a reproducirlas tan fielmente como sea posible, con el fin de guiar a
los lingüistas en sus investigaciones.
Todo lo que podemos afirmar, es que son muy antiguas, dado el uso de
piedras, sobre las cuales han sido trazadas.
Los letreros no son las única curiosidades de El Julian y
alrededores; hay también a poca distancia del Tagoro , dos cuevas sepulcrales,
donde pudimos hacer una amplio acopio de cráneos y huesos de guanches;
desgraciadamente, estas "cuevas" son de acceso difícil. Visitamos dos
y excavamos en una de ellas. Las dos están situadas sobre el borde de un
barranco, en el sitio más inaccesible. Para llegar allí, hace falta pasar por
encima de verdaderos precipicios, agarrándonos a la ásperas rocas y beneficiándonos
del menor saliente de la roca. Es pues prudente de abastecerse de cuerdas y
dejarse colgar justo hasta las embocaduras de las cuevas. Allí se descubren por
centenas, las osamentas perfectamente conservadas; pero, a pesar de una búsqueda
activa, no pudimos encontrar ninguna cerámica, ni tejido. Cargamos un mula con
estos huesos y volvimos al Pinar para dirigirnos enseguida hacia Valverde.
Hace falta tres horas de mula por un muy buen camino, uno de
los mejores de la isla, para ir del Pinar a Valverde por San Andrés.
Atravesamos una vez más todo el Pinar, que es mucho más importante de lo que creía
a primera vista, pero las casas son tan bajas, que son enteramente hurtadas a
la vista, por los muros de piedra seca que las circundan y las espléndidas
higueras que les dan sombra. Hay actualmente en el Pinar alrededor de 300 casas,
algunas muy coquetas y todas rodeadas de higueras, de tuneras y almendros en
flor. A las puertas de el Pinar, los pinos siguen a las higueras. Se desbroza
cada año un poco de este admirable bosque, pero los resultados que se obtienen
son descorazonadores; las cosechas de trigo, avena, de maíz que se siembra, son
quemadas por el sol antes de llegar a la madurez; la sequedad de estos lugar es
tal, que ni siquiera la hierba puede crecer.
Llegando a San Andrés (1.050 metros de altitud) uno entra en
un zona mucho menos árida y por consiguiente, mucho más rica; los campos de
cereales alternan con los campos de papas, de las cuales se hacen cada año tres
abundantes cosechas. A algunos kilómetros de aquí, el país cambian una vez más
de aspecto; de San Andrés a Valverde, se atraviesa una comarca bastante llana,
donde los escasos pastos alimentan sin embargo, algunos bellos rebaños de
corderos y caballos. Toda esta comarca se la conoce como de Azofa.
4
La isla del Hierro es, después de La Graciosa, la más
pequeña isla habitada. A pesar de su pequeñez, no ofrece menos cierto interés económico; veremos, en efecto,
el partido que han sabido sacar de una tierra ingrata, siempre difícil de
cultivar, bajo un clima menos privilegiado que el de otras isla del archipiélago,
sus habitantes laboriosos, activos y ahorradores.
La propiedad está muy parcelada; aquí, nada de grandes
viñedos como en Lanzarote, nada de "vallonieres" como en la Gomera,
nada de inmensas explotaciones, como en el sur de Tenerife; todo el mundo en el
Hierro posee su pequeño rincón de tierra y le demanda todo lo que pueda
producir. Alrededor de las tres cuartas partes de la isla están cultivadas. Uno
podría, quizás aún, en rigor , encontrar en el Golfo algunos terrenos propicios
para la viña, pero hará falta para arrancárselas a la lava que las recubre, de
brazos e instrumentos que no poseen para
nada los pobres herreños ! La hectárea de terreno se vende desde 300 a 600
pesetas, según su situación y su rendimiento. Hay, por otra parte, muy poco
movimiento de las propiedades y es así mismo muy difícil para un extranjero,
convertirse en propietario en el país.
El clima es menos privilegiado que el de las otras islas del
grupo occidental, este se hace sentir en menos de las tres cuartas parte de la
isla, ya que, existe en el Hierro, una parte llamada el Golfo, que disfruta al
contrario de una temperatura excesivamente dulce y agradable. También, no se sorprenderá,
si el termómetro acusa siempre, en esta pequeñas isla, unas diferencias de
varios grados, según uno se encuentre al norte o al sur, al este o al oeste.
Mientras que en Valverde baja hasta los 8º y 6º durante noviembre, diciembre y
enero, los mese más fríos, y que sube hasta los 40 y 45º en julio y agosto, los
meses más cálidos, el termómetro desciende raramente en el Golfo, por debajo de
los 15 y 14º y no sube nunca por encima de 36º.
Pero si el Hierro se distingue de sus vecinos en relación al
clima, la falta de agua no le permite ser una excepción en el grupo del que
forma parte. Se puede contar fácilmente todas las fuentes del Hierro. Hay
cuatro que dan alrededor de 5000 litros de agua a las 24 horas. Su débito, como
se ve, está lejos de poder ser suficiente para las necesidades de los
habitantes y los terrenos cultivados. Llueve raramente, y apenas puede uno
contar en un año ordinario, doce a quince días de lluvia.
Para remediar esta extrema penuria de agua, los insulares no
han encontrado otra forma mejor, que recoger preciosamente las pocas gotas que
caen en inmensas cisternas. Nunca se ha hecho un sondeo, nunca has sido
excavado ningún pozo profundo. Los lamentamos, ya que estamos convencidos que
descendiendo a 25 o 30 metros de profundidad en ciertas partes del Golfo, se
encontraría agua en abundancia, y nuestra aserción se funda sobre este hecho,
que una fuerte condensación de vapor se produce cada día sobre las alturas que
rodean esta parte de la isla. Los barrancos son igualmente muy poco numerosos,
apenas se pueden citar una docena: Santiago, Arena, de la Fuente, de
Tagnacinte, de la Pasada, Moroce, Moreno , de la Casas y de la Tabla.
En todos los tiempos, la falta de agua ha sido una gran
preocupación para los insulares de el Hiero. Esta preocupación se traducen
incluso hasta en las leyendas, que ha sido piadosamente conservadas. Porque no
mencionamos, en efecto, una fuente fabulosa como la de el Garoe ?
El Garoe era, parece ser, un árbol gigantesco que se
encontraba en la vecindad de Valverde y que un huracán destruyó en 1612. Su espeso follaje siempre verde,
daba al suelo que cubría, un cierto frescor. He aquí la verdad desnuda. Pero
sobre este tema, la legenda a bordado un gran cantidad de detalles
maravillosos, a cada cual más increíble...Escuchemos sobre todo la descripción
que hace de este árbol el padre Juan de Abrece Galindo que, además cuenta
haberlo visto: " su tronco era inmenso, dice él, sus ramas muy elevadas,
estaban cubiertas de hojas lanceoladas más grande que las del laurel y siempre
verdes. sus ramas cubrían un superficie de 120 pies de circunferencia. Alrededor
de su tronco, se enrollaba un inmensa zarza, que alcanzaba también un parte de
sus ramas. El Garoe, el cual ha ignorado siempre la naturaleza, destilaba por
sus hojas un cantidad de agua suficiente para satisfacer las necesidades de la
población y de los rebaños de la isla. Todos los días, suplía a cada habitante
con 7 "botijas" de agua (42 litros) y , en ciertos años, destilaba mucho
más. Tal es, en pocas palabras, la descripción más o menos fantástica del padre
Juan de Galindo. A pesar del carácter del autor y del respeto que le debemos,
nos parece difícil de suscribir sus exageraciones por demasiada visionarias. La
isla de el Hierro, ante y después de 1612, fue privada del agua y del "árbol
fuente", no es una maravillosa leyenda !
Las cualidades de los herreños no tienen necesidad de ser
exageradas: son trabajadores, ingeniosos, ahorradores. De un carácter bastante
aventurero no dudan de expatriarse para tentar a la fortuna. Cada año, de 150 a
200 individuos, hombres y mujeres, salen hacia Cuba; algunos vuelven , después
de haber ganado un pequeño peculio; muchos se quedan ahí abajo, pero, después
que España haya perdido esta colonia, la emigración ha disminuido
sensiblemente. El insular de el Hierro es conocido, nos solamente en Las
Palmas, sino aun en los mercados de la América del sur, donde está seguro,
desde que llega, de encontrar trabajo.
En el Hierro, la jornada de un hombre se paga a 1 o 2 pesetas; en Cuba, el
salario sube hasta las 8 y 9 pesetas. Los herreños no son solamente
trabajadores, además inteligentes, a veces autodidactas. Ellos han sido los
primeros en transformar sus cultivos, a plantar árboles frutales, y es así que
en la pequeña isla de el Hierro, aún siendo una de la más pobres del archipiélago,
que se encuentra más gente "acomodada". Esta riqueza relativa es
debida a causas diversas: un gusto por el lujo menos pronunciado que en la
otras islas, un mucho mayor amor al trabajo, un moralidad más alta, en fin, una
mayor sobriedad. El herreño es muy prolífico, las familias de 12 o 15 niños no
es rara; la mortalidad es poco considerable, ya que las reglas de la higiene,
quizás, son mejor observadas que en las otras islas.
El insular de el Hierro se da a cultivo y sobre todo la
ganadería. Los rebaños son muy numerosos. Es así que esta pequeña isla alimenta
alrededor de 350 mulas o caballos, 150 vacas o bueyes, de 1.500 a 200 cabras,
de 3 a 400 corderos y aun 1 dromedario, que un habitante de Sabinosa ha traído
del sur de Tenerife; pero este cuadrúpedo no parece aclimatarse aquí, el
camina, en efecto, muy difícilmente sobre la lava y no se le puede exigir más
que un trabajo mínimo. Ha habido, después de medio siglo, una disfunción
considerable en el número de ganado. Porque razón ? No sabríamos responder, sobre
todo si consideramos que el bienestar de los habitante es bastante grande y que
el número de hectáreas de terrenos cultivados ha aumentado. Lo que es cierto,
es que en 1859 , Hierro contaba con 400 bestias de cuernos, 500 caballos o
mulas, 3000 corderos, 2.500 cabras. Pero puede ser, que esta estadística sea
exagerada ?
Los precios de los objetos de primera necesidad, son aún
bastante elevadas; es así que el trigo se vende a 23 o 24 pesetas, 100
kilogramos; el maíz, la avena, 21 pesetas; el centeno de 15 a 15 pesetas: el
kilogramo de buey, de cordero, de cerdo, se vende indistintamente a 1 peseta:
el pescado fresco a 40 céntimos, y el pescado salado a 30 o 35 céntimos.
La isla de el Hierro produce como para alimentar a todos sus
habitantes, pero hace falta, sin embargo, hacer una excepción para los
cereales. Hierro, en este punto, es tributario de Fuerteventura y veremos que la
cantidad de trigo importado de ésta
isla, es bastante considerable. El cultivo de trigo, en efecto, es poco
remunerador, por razón de la naturaleza del suelo. En revancha, se hacen cada
año, de muy buenas cosechas de avena, centeno, de maíz.
No se sorprenderá que, por la falta de agua, el cultivo de
legumbre sea casi imposible. El tomate es casi desconocido, muy poco de
cebollas, de alubias, algunos campos de papas, apenas suficiente para el
consumo e la isla.
No es lo mismo para las frutas, se recoge en la isla del
Hierro toda clase de frutas; manzanas ,
membrillo, ciruelas, castañas, pero sobre todo almendras e higos, que son por
otra parte, renombrados en todo el archipiélago. Se carga cada año, en la Restinga, que es el
puerto de el Pinar, dos o tres veleros de 40 toneladas cada uno de higos, que
van a las Palmas y a Santa Cruz de Tenerife. Desgraciadamente, estos higos,
deliciosamente perfumados, pierden su sabor, a causa de su mal embalaje,.
La exportación de cochinilla y orchilla es al día de hoy insignificante. Apenas si se embarcan, cada año 4000 a 5000
kilos de cochinilla en al puerto de el Hierro. Pero después de algún tiempo,
esta industria parece tomar un nuevo impulso, los precios han aumentado en sensibles
proporciones y se ha replantado bastante activamente.
Han dejado de lado el cultivo de tabaco, faltos de agua.
Todo el que es consumido en la isla, viene de las Palmas y de Tenerife; importándose
cada año alrededor de 1.500 kilogramos.
El herreño no es pescador, el no exporta por tanto nada de
pescado, todo el que se pesca en las costas es consumido en la isla. Se pesca
un poco en los puertos de la Restinga y el Hierro, la isla no posee sino dos
barcos, uno atracado en el puerto del Hierro, el otro en el de la Restinga.
Aunque las costas son ricas en pescado, se encuentra en cantidad la vieja, la
dorada, la lamprea, la calula. Pero es probable que esta indiferencia de los
habitantes por la pesca , se debe sobre todo a lo inhóspito de sus costas.
De 500 a 600 hectáreas son de bosques, cuyas principales
especies son el pino, el brezo, el mocan, la sabina, pero como un poco por todo
el archipiélago canario, esto bosques son mal explotados y expuesto al pillaje
de los habitantes, la vigilancia de los guardia es del todo insuficiente. Los
réditos que se sacan son por tanto insignificantes, y aunque la explotación de
ciertas especies como el brezal son susceptibles de dar mucho mejores
resultados. Los herreños no sacan el mismo partido del magnífico bosque de
pinos que poseen en el Pinar, y aunque tienen necesidad de madera de
construcción, los hacen venir de América del Sur. Hay algunos conejos, pichones
salvajes en estos bosques, pero estando permitido la cacería durante todo el
año, la poca caza que posee, está llamada a desaparecer.
No hemos hablado aún, por deseo propio, de la viña, deseando
dedicarle una mención especial. La viña es, en efecto, con la higuera, la gran
riqueza de la isla de el Hierro. El suelo de el Hierro es volcánica, rica en
fosfatos que evitan el uso de fertilizantes. Desgraciadamente, a causa de la
sequía casi constante, la producción es menos fuerte que en la otras islas. La
filoxera y el oídio son dos enfermedades
del todo desconocidas. El vino elaborado en Hierro es un vino excelente.
Pesando de 12 a 15 grados, a veces alcanzando 17. Se recoge en toda la isla 17.500 hectolitros de vino, de la cuales 15.000 en
el Golfo y 2.500 en los otros viñedos. Hace cincuenta años, el cultivo de la
viña era casi desconocida aquí, no ha cesado después de que se ha desarrollado.
Hay aún bastante terrenos susceptibles de ser plantados; la uva empieza a madurar en mayo y se vendimia
después de que comience julio hasta el fin de octubre, a causa de la diferencia
de altitud los viñedos y por consecuencia de la temperatura a la que son
expuestas. Se encuentras vendimiadores bastante fácilmente, pero tienen pocos
lagares; los que existen son sin embargo
viejos lagares, cuya caja está formada por un serie de maderos ensamblados los
unos sobre los otros y sobre los cuales un inmensa pieza de madera se apoya. En
un principio la uva se pisa con los pies, después se encaja en el interior de
un círculo formado por cordajes, se le exprime al final con la pieza de madera.
Para envejecer el vino, se le expone al sol, al final de muy
poco tiempo, toma un color amarillo oro,
así como un gusto extremadamente agradable, de suerte que el vino cosechado en
al año, o el año precedente, puede muy bien ser vendido como vino de ocho o
diez años.
Casi todos los herreños poseen un pequeño rincón de viñas,
pero muchos no hacen vino; se contentan con vender la uva en racimos. Se
exporta cada año, alrededor de 10.000 hectolitros de vino; el resto es consumido
en la isla.
Por otra parte, La isla de el Hierro exportaba también
"salazones" a América. Se elaboraba también un cierta cuantía de
miel. Al día de hoy, estas dos industrias han casi desaparecido.
Los principales objetos de importación son los comestibles,
conservas, azúcar, etc.., bebidas espirituosas, objetos manufacturados, que
vienen de Las Palmas o de Santa Cruz de Tenerife, los materiales de construcción
que vienen de América, y los cereales, puesto que hemos visto que en la isla no
se recoge lo suficiente para su consumo. Cada año, se hace traer de Lanzarote y
de Fuerteventura 80.000 kilogramos de avena, 100.000 kilogramos de centeno,
80.000 kilogramos de maíz, 40.000 kilogramos de trigo. Algunos granos es de
procedencia marroquí o inglesa.
El movimiento de los puertos de la isla de el Hierro es poco
considerable; no es, como en la gomera, como en la isla de la Palma un va y
viene continuo de vapores fruteros. Aquí, se ve fondear, en el puerto de
Hierro, el correo una vez por semana y de tiempo en tiempo, un velero viene a
tomar cargamento de vino o higos.
En Punta Grande, el puerto de el Golfo, que es el único que
posee un almacén de depósito y una pequeña grúa, se embarca cada año 5.000
hectolitros de vino, 40 a 50 toneladas de higos, 2.000 a 3.000 sacos de carbón
sobre veleros, que dejan en cambio cereales, granos, comestibles.
En la Restinga, el puerto de el Pinar que viene mejor como
puerto que Punta Grande, dado que los barcos pueden soltar en cualquier parte
el ancla sobre un fondo de arena, se embarca cada año 50.000 kilogramos de
higos, 10.000 kilogramos de lentejas. Por último, en al puerto de Valverde se
embarca, cada año, en el vapor correo, 1.000 a 1.500 pieles de cabra, 500
hectolitros de vino, algunos sacos de higos, de almendras; pero es sobre todo
un puerto de importación. Es aquí donde llegan casi todos los objetos
manufacturados, los comestibles, los materiales de construcción de los cuales
los herreños tienen necesidad.
La pequeña isla de el Hierro, al igual que su vecina la
Gomera, está bastante desprovista desde el punto de vista de la vías de
comunicación. No posee ni carreteras, ni telégrafo, ni servicio postal regular
en el interior. Comprendemos las
vacilaciones del gobierno español ante los trabajos colosales que haría falta
ejecutar para la creación de carreteras en la isla. Mientras tanto, si alguno
se impone, será este, el del puerto de Valverde.
Deseamos vivamente, que los valientes herreños haya tenido
completa satisfacción en un corto periodo de tiempo en cuanto a este tema.
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